En una gran diversidad de trastornos e incluso en muchas dificultades del aprendizaje podemos escuchar que se hace referencia a las llamadas “funciones ejecutivas”. Pero, ¿qué es esto realmente?¿cómo son de importantes?, ¿por qué aunque hablemos de trastornos diferentes se repite este tipo de afectación?
Pues bien, para entender qué son y a qué hacen referencia es importante tener una concepción global del cerebro donde a lo largo del desarrollo, y especialmente en edades infantiles, diversas estructuras se van desarrollando e interactuando entre sí para facilitar la emersión de diversas funciones cognitivas. Las funciones cognitivas son capacidades que emergen de esa funcionalidad y conectividad cerebral en una estructura normotípica, o lo que es igual, sin alteraciones estructurales como puede ocurrir en un traumatismo craneoencefálico grave o en algunos casos la epilepsia. Los trastornos del neurodesarrollo se definen por una alteración en el desarrollo cerebral al que se asocia un desarrollo alterado de esas funciones.
Estas funciones se van en cierta forma “construyendo” a partir del adecuado funcionamiento de otras más sencillas o permiten que otras surjan como resultado de esa interacción. Algunas de estas funciones son la percepción o la función espacial. Pero también la atención. Centrándonos mucho en aspectos prácticos, las funciones ejecutivas pueden entenderse como un conjunto de funciones que comparten la complejidad entre ellas y la necesidad de las mismas para llevar a cabo capacidades de alto nivel que nos definen como seres humanos. Estas funciones son necesarias para la abstracción, el razonamiento lógico deductivo, la comprensión de situaciones sociales complejas, la autoregulación, o la comprensión e interiorización de normas sociales. Y algunas de las más relevantes que pueden definirlas son la capacidad de inhibición o gestión de información a nivel cognitivo o “mental” y también de la conducta, o la capacidad para manejar y mantener “on” una información con la que trabajar.
Esto se lleva a cabo en multitud de tareas que podemos realizar habitualmente como esperar sentados a que llegue la hora, organizar los pasos de lo que tengo que hacer para que el resultado sea según lo esperado o mientras atendemos instrucciones para hacer algo. Dado que resultan de la interacción de otras funciones más sencillas y abarcan una gran cantidad de aspectos y sutilezas, muchos de los trastornos del neurodesarrollo se asocian a la alteración del desarrollo de varias funciones lo que limita y condiciona el adecuado funcionamiento ejecutivo del niño que se manifiesta en una forma ineficaz de funcionamiento. De igual forma, la necesidad de su puesta en marcha para la consecución exitosa de logros académicos o de aprendizaje se asocia a dificultades de aprendizaje.
Este motivo sobre su complejidad y factores alterados según el caso, hace imprescindible tener presente que cuando hablamos de funciones ejecutivas para diversos trastornos no quiere decir que estos sean iguales. Si no que estos tienen afectación, de algunos o varios factores ejecutivos y le repercute de una u otra forma en su día a día.
Ante dudas sobre cómo esto condiciona el desarrollo del niño y cómo poder ayudarlo es necesario la valoración del perfil cognitivo sobre el que se trabajará para potenciar el máximo desarrollo ejecutivo en el niño según las necesidades que este tenga.
Elisabet Rodríguez
Experta acreditada en neuropsicología clínica
CNA,Huelva