¿QUÉ SON LAS PRAXIAS Y POR QUÉ SON IMPORTANTES?

Las praxias podrían definirse como “la habilidad o capacidad para poner en marcha programas motores de manera voluntaria y, normalmente, aprendidos” Tirapu Ustárroz, J., Rios Lago, M., & Maestú Unturbe, F. (2008). Manual de Neuropsicología. Barcelona: Viguera Editores S.L.

 

Por tanto, las praxias pueden entenderse como la capacidad de coordinar movimientos de manera ordenada dirigidos a una acción motora concreta y voluntaria. Implican por tanto variables cognitivas y motoras. Pueden tener significado asociado, tratarse de movimientos motóricos concretos para realizar una acción o lograr un objetivo en particular así como estar asociado a funciones visoperceptivas y ejecutivas para coordinar de forma eficaz el trazo. Entre estos aspectos, se destaca la relevancia asociada también para el desarrollo de otras funciones cognitivas más complejas, como puede ser el lenguaje que integra a nivel social gestos como el saludo que aporta contenido y funcionalidad social al movimiento. Además, el trazo coordinado en función a variables visoperceptivas y visoespaciales se pone de manifiesto en el aprendizaje de la escritura en el desarrollo académico del niño o niña.

A pesar de que no es muy común hablar de ellas, se ven alteradas en multitud de trastornos tanto en algunos trastornos del neurodesarrollo como en otras alteraciones del desarrollo cognitivo en edades pediátricas o adultas como consecuencia por ejemplo del daño cerebral adquirido. La estrecha relación de las praxias con el desempeño motor en el sentido más amplio de la palabra hace que además sea de los primeros aspectos en desarrollarse y por tanto en alterarse cuando algo no va bien en el desarrollo neurocognitivo.

La apraxia o dispraxia, entendida esta como la afectación de la función bien de forma sobrevenida con pérdida de la misma o como una disfunción de esta según un neurodesarrollo alterado, hace referencia a la alteración de estas funciones pudiendo condicionar el adecuado desarrollo de otras funciones superiores más complejas así como la adecuada coordinación motora permite la ejecución, el movimiento dirigido o la expresión a través del mismo, lo que generalmente limita la funcionalidad y autonomía del niño en su desarrollo así como del adulto cuando se sufre un daño cerebral adquirido por posibles etiologías diversas.

Trabajar esta capacidad no solo mejora la función en sí misma sino que facilita el desarrollo de otras que tanto en funcionalidad, autonomía y aprendizaje resultan imprescindibles.

Elisabet Rodríguez
Experta acreditada en neuropsicología clínica
CNA,Huelva