El Accidente Cerebro Vascular (ACV, conocido como ictus) es por desgracia una de las más frecuentes apariciones del Daño Cerebral Adquirido (DCA). El grado de afectación del ACV varía en función a la etiología y complicaciones derivadas como ocurre por ejemplo ante el ACV isquémico (bloqueo del flujo sanguíneo cerebral) o hemorrágico (rotura de vaso sanguíneo cerebral que genera una hemorragia intracerebral). Aunque el ACV hemorrágico frecuentemente es más grave, depende del lugar de la lesión, extensión o tiempo hasta ser intervenido, por lo que es fundamental que ante los primeros síntomas que puedan sugerir la presencia de AVC acudir al hospital para su control y monitorización.
En función a los factores comentados, entre otros, las alteraciones cognitivas pueden variar desde alteraciones leves hasta la incapacidad y/ o dependencia funcional. Algunas de las alteraciones más frecuentes del funcionamiento cognitivo tras sufrir un
ACV son:
- Enlentecimiento. Frecuentemente la persona necesita más tiempo para procesar información, dar una respuesta, tomar decisiones o moverse.
- Alteración atencional. Quedarse solo con parte de la información, “olvidar” detalles que puedan ser relevantes y la fatiga en situaciones de mucha estimulación (conversaciones de varias personas, lugares con muchos estímulos como centros comerciales o grandes supermercados) es uno de los déficits más frecuentes.
- Fatiga cognitiva y embotamiento. El enlentecimiento y alteración atencional suelen generar quejas de fatiga donde el paciente busca el silencio, evita situaciones de mayor estimulación ya que resultan aversivas y muy difíciles para él en su afrontamiento y gestión.
- Problemas de memoria. En ocasiones dada la limitación atencional pueden aparecer pequeños errores de
memoria en las personas que han sufrido ACV. Así mismo, olvidar información remota o
tener dificultades para aprender nueva información (interiorizar rutinas, recordar
información nueva relevante como la toma de tratamientos…) generalmente puede verse
limitado, por lo que resulta fundamental valorar esto en profundidad para favorecer en
mayor o menor medida la autonomía. - Cambios en el carácter y/ o personalidad. Tanto de forma secundaria al ser consciente de las limitaciones cognitivas o físicas como seciuelas del DCA, como de forma primaria por daño de áreas cerebrales encargadas de la gestión emocional o el mantenimiento de nuestra personalidad; los cambios en el carácter son uno de los más frecuentes tras el DCA. Comprender y manejar estas alteraciones que pueden derivar incluso en comportamientos extraños o inadecuados es uno de los objetivos principales en el abordaje terapéutico dirigido también como parte imprescindible hacia los familiares.
Elisabet Rodríguez
Experta acreditada en neuropsicología clínica
CNA,Huelva